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ARCHIVO DE PRBiftST(iRIA I:&V-ANTrNA.
V11l. XIX {V.W.d!l. i98ll)
ALBERT RffiERA I LACOMBA
(Valencia)
DOMINGO FLETCHER Y LA FUNDACION DE VALENCIA
Entre la numerosa bibliogrfÚ'{a d.e Domingo Fleícher (1) se pu~en señalar no
menos de 16 títulos dedicados a los numerosos problelilas qu.e plantea el estudio de la
ciudad romana de Valentia. Aprovechando la invitación del SIP para participar en
este merecido homenaje a la figur-a de ccDon Domingo», hemos crejdo conveniente que
la mejor manera de h$cerlo era cotejando sus opiniones sobre la fundación de Valencia OQP los recientes estudios y. sobre todo. con los abundantes h.all.azgos que se están
produciendo y que, entre otros. están permitiendo comprohat: las hipótesis que, en su
día y con menos datos aunque siempre con argumentos de peso, exp~o el homenajeado.
·
En primer lugar, destac. m.os su firme convicción en defender el origen romano de
a
la ciudad, d~hando las hipótesis que desde el siglo XVI (2) ae han venido elaborando
en base a unoe vet"Sos de la ccOra Marítim&J) de Avieno. a partir de los cuales se ha
creído poder situar la ciudlt.d de Tyrin en el ~lar de la actual Valenci.a. Como ya
hemos se.ñalado, la opinión del homenajeado. reproducida. y razonada en varios artícu·
loa (3) siempre estuvo a favor de negar tal localización. Por una parte, resaltaba,
acertadamente..!. las características mi~as de esta fuente escrita. que no hav crue
(1) ~tan o6lo
UDA •lecd6n de IIIU ~Oil tobre Vltlenü.;
,
D. li'L"BTCH&R VALL8: «Le Tytú iWrica y la Valeat;ia ~- Bolai:ÚI dA la Sociedad Cucalloa- dA Cultura. xxnc. CMteli6. 19153.
..... 19WOO.
D. n.B1'CHKR V.AU.S: ~ ~ !IOIM·el· DOIIIhre.de Tytúol. Papel• del I.alMlni.orio ct. bqu~ ~ Vtlebaia, L
V&Jeoc:ia. l9a. ""'- eue.
D. PLE'I'CRRR VALlA: MBl ~bl~ de la t'yril ibl!dea y la Vafenti4 n!IUU!'· Ba cdlo.l411 A&. de V~. PublicWODIIA dal
~ Mercantil de Vlllencia. Vlllmda, leet, p4p. 4U1t
.
.
D. IILiTCHBll VALUI: ..~ .obre la flmdAdba. de V~. Ardl1vo dA PreblRoria Lennlillt. X. V.a:ltmaia, 11163,. p¿p.
~
(2) &. PLA.: IILo8 ~de ValezldllylafundaciÓ111 da la ciudad.». Papele. del Labont.orio
pqa. 61..&1, pis. '10.
(3)
.PLKTciiEJt: !)p. dt. aa la aota 1. ·
~206-
de~
da.Valoftda. l. V.U.IIAlla, 1 -
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2
A. RIBERA I
LA:COMR~
olvidar se trata de un poema, con lo cual, la intención de su autor no estaría en
proporcionar datos exactos sobre la geografía costera, sino más bien e~ conseguir \U\&
buenaméttica poética. Además, parece ser-que este texto del s. IV d.C. se ba.sa. en datos
procedentes de un periplo massa.liota de por lo menos el s. IV a.C., es decir, de unos 800
años anterior a la. redacció~ del p<>ema. Por· otra parte, la arqueología, a pe~ de las
numerosas c·ampaña:s que se están realizando en el casco antiguo, no hace mAs que
confirmar. que en el subsuelo de Valencia no se encuentran niveles anteriores a
Dledíados del s. IT a.C.
No obstant.e, no se puede desc· rtar la existencia en el litoral cercano a Valencia de
a
una ciudad prerromana. En este contexto, tal vez tengan sentido los hallazgos suba~uáticos de ánforas griegas, etruscas, massaliotas, fenicias y púnicas, todas de los
siglos VI.V a.C. y que se recuperaron en aguas de El Cabanyal y la Malvarrosa a raíz
de dos campañas de prospecciones (1983-84) dirigidas por el Servicio de Investigación
Arqueológica. Municipal (S!AM) del Ayuntamiento de Valencia (4). La presencia de
estas pi~as arqueológicas, algunas especialmente raras en los yacimientos valencianos, como las etruscas y las griegas. quizás se deba a la existencia de un centro
indígena cercano que sería el receptor del vino que transportaban estos recipientes y
que, desde luego, hay que buscar fuera del solár que luego ocup6 Valentia.
Pasando a otro d~ los \9maa que podiamos considerar tópicos en la historiografía de
Valentia: la identidad étnica d~ los primeros pobladores de la ciudad, lusitanos o
ro~os, la opinión de Fletcher, amén de original en su día (5) se va configurando
como la más posible, gracias a la información que está prpporc.ionando la. numismática
y la arqueologia. En este caso, como en otros, la duda surge a partir de tas diversas
interpretaciones que sugier-en unos textos muy sücintos de. Tito .Li.vi.o, Apiano y
Diodor:o Sículo q1,1e, según unos. se refieren todos a un mismo acontecimiento: la
instalación en una ciudad, que sería Valentía, de los restos del ej~rcit;o de Viriato.
Pero otros piensan que los textos de Api:ano y Diodoro se refieren a.l mismo hecho, el
asentamiento de los luaitanos, y que el de Tito Livio b,aria :ref&encia a un suceso, más
o menos coetáne·o, pero claramente diferenciado. como lo seria la instalación en una
nueva ciudad, llamada Valent.ia., de veteranos del ejército romano. Esta segunda
posibilidad. a p9$81' de haber sido ia que ha tenido menos adeptos y que no ha mucho
ha sido desechada en un voluminoso estudio sobre la fundación de V ale.ncia (6), se va
imponiendo como la más proba.ble. Las :recientes investigaciones sobre los monetales
de la ceca de Valentia, que empezó a emitir al poeó de la. func:lación, ha evidenciado la
raigambre itálica de estos nombres (C. Lvcienvs, C. Mvnivs, T. Ahivs, L. Trinivs, L,
Cora.n:ívs y C. Nvm.ivs) y, más aún, ~ h4 podido vislumbrar la posibilidad de que
procedan de unas zon8.B concretas del centro de italia, ya que estos magistrados
·(4) A. RIBERA y A. FKRl(ANDEZ: '·~ lntonuwol\&16 Btru.co (ea Jml~.
A. FERNANDEZ, C. GOMEZ y A. RCB.BRA: uLu ll.nforaa jp"iegaa. etruac4l y fenicil>pú.llicu en_ lae co.¡tu "del hle V.Je~>c:l.$1>001\
Sympo.íum lnt.ernationa.l t
{6) FLE'I'CHlm: ()p. ót. en la nota l, 1963, pq. 1.97.
.
.
(8) J. BSTEVE: «Valencia, fundación ~- u,iv..u!ad da Vlllenda.. S~lari.W. de P.ublicaciona, Vo.Janda, 1.978.
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FO!IIDACI'<.'lN DE V ALBNClA
.111
8
•
1
"
Excavaciones en Valentia.-1: Almoina (1986-87); 2: Pala~ de Benicarló (1~7)¡ 3: BarOn de Pet.rés
(1987)¡ 4: Plau. de la Virgen •
(196&-60); 6: Cabillera (1986)¡ 6: Calle del Mar (1981-86);, 7: Plaza de
Zaragoza (l.Da3-84); 8: Ba,nys de 1'Al,mirall (1985-86).
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A. RIBERA 1 LACOMBA
monetales suelen preaentar una onomástica poco corriente en el mundo romano, lo
que ha, permitido acercarse con b&Btante verosimilitud al lugar de origen de los
fundadores de V alentia (7). Con estoS' valiosos datos recientes, habría que pensar más
que en legionario.s rom~os en itálicos pertenecíentes a los cuerpos auxiliares del
ejércit_o que ai licenciarse recibirían tierrás y, tal vez, la. ciudadanía roma11a. Otro
argumento, de momento poco explotado, en favor de la raíz romana de Valentia lo
tenemos en la cultura material que aparece en los niveles republicanos de la ciudad.
$on de especial importancia las últimas e:x.cavaciones realizada,s (Almoina, 1985-87;
Palau de B~nicarl6, 1986-87, y Barón de Petrés) que no sólo han ·puesto al descubier:to
restos del área monumental inicial (Almaina), de zonas de habitación (Palau de
Benicarló) o vertederos (Barón de Petrés), sino que además han aportado una ingente
cantidad de restos cerámicos. Entre ést<,>s destacan, especialmente, las cerámicas de
barniz negro proce4en~ de las zonas de Etruri:a (campaniense B) y Campania (campaniense A), que no s61o no-s proporcionan valiosas fechacion·e s para los niveles de esta
época y para la fundaci6n de la ciudad, sino que nos informan de los modos de vida
cotidianos de los primeros habitantes de la ciudad. Capítulo aparte merecen los
numerosos fragmentos de ánforaa itálicas de vino, sobre todo de los tipos Dr. lA y
greco-itálicos, que forman la mayor p~ de loa conjunws cerámicos y que demu~Q1l
la gran cantidad de vino itálico que llegaba a V al en tia, como también lo ponen de
manifiesto los hallazgoa subacuátic'os del litoral cercano que empiezan a ser abundantes precisamente a partir de la fecha de la fundación de la ciudad (8). Dentro de la
vajilla cotidiana O.e cocina encontramos en abundancia \:J.D,a serie de formas (tapaderas, cazuelas, platos ... ) que también son. de procedencia itáli~, lo mismo que los
cubiletes de paredes fi.nSB, cuya función primordial era la de servir como vasos de
beber. Junto a este repertorio importado, numéricamente mayoritario, siempre aparecen cerámicas reducto~ algo toscas, tal vez locales, y piezas claramente ibéricas pero
y_a de una {813e avanzada (s. ll-1 a.C.), con lo que se observa que el conjunto de la
cerámica de Va,leptía en su época más antigua nos hl!bla de un horizonte cultural muy
romanizado en sus usos cotidianos, como puede ser el abundante consumo de vino
importado eñ un momento en que este producto aún no se producía en cantidad en la
Península Ibérica (9) y el uso masivo de cerámicas itálicas tant.o de mesa como de
cocina. Es decir, que graci.ª~;~ a los datos aportados por los materiales arqueológicos
podemp~ adivinar que, tal como ya observ6 Fletcher, ~ palpable c(el escaso ambiente
indígena que los hallazgos arqueológicos de Valencia proporcionan» (10).
En relación con las fuentes escritas ya mencionadas (Livio, Apiano y Diodoro) y
con el tema ya planteado de la supuesta instalación de lUBitanos en una ciudad
-2.08-
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FUND.ACION DE VALENCIA
6
llrunada. V alentia, hace unos años se originó una polémica en base a que algunos
autores situaban la Valeptia de Tito Livio en tierras de Ia antigua Luaitania, ya fuera
en Extr~m~dura (Valencia de Alcántara) o en Portugal (Valen98 do Minho, Valenca
d9 Douro). Especial hincapié se hízo en situarla en Valencia d~ Alcántara (11), pero
tras un intercambio de réplicas y contrarréplica&, nueatro homenajeado puao de
manifiesto con toda claridad y exquisita corrección que la Valentía que los romanos
fundaron hacia medidados del S. n a.C. se sitúa a orillas del Turia y .n.o del Tajo (12).
Pasando a otro de los tell:ui.s más trillados de la ~riografía de, la Valencj.a
romana. Fletcher no podia dejar de tratar una peculiaridad de V alentia como era la
existencia de un senado municipal compuesto por dos clases de ciudadanos, según
atestiguan varias inscripciones que mencionan a los c~Valentini veterani et veteres»
(13). La mayoría de los especialistas que han tratado este tema son de la opinión de que
este doble senado tiene su origen en la existencia de dos comunidades diferenciadas.
En lo qpe ya se discrepa es en la identificación de estos dos grupolJ. Así, los «vetere~w
serian loe primeros pobladores, pero ya hemos visto que tanto pueden ser lusitanos
como romanos o latinos. Los «veteraní» consiguen más unanimidad, ya que se consideran como licenciados del ejército romano y serían ciudadAnos romanos de ple,no
derecho, lo cual se coteja bastante bien con la preen)inencia que parecen tenel' sobre
los ~
b.alla.zgos, es la de suponer que los «veteree>> serían loa descendiéntes de los primeros
be,bitantes de la ciudad, que ya hemos supuesto que es probable que sean soldados
licenciados pertenecientes a las tropas auxilial"es. Posteriormente, habrla un segundo
asentamiento, esta vez de legionarios, es decir, de ciudadanos romanos, con los que, tal
vez, la ciudad adquiriría el rango de colonia.
Pero los interrogantes son muchos: ¿Cuándo tuvo lugar esta instalación? ¿Por qué
se hizo? En los tiempos en que Fletcher se ocupó de e$U>s 'temaa la infonnación de que
disponía no era mucha ni nueva, por lo que no pudo obtener la resolución de los
mi1m1os, pero dejó bien claro que (14) la existencia de unos ciudadanos que se llamaban
«veteres>> no era un argumento para d~fender la supuesta. e:xistencia dé una Valentía
prerromana o lusitana y se mostró partidario de dos instalaciones distintas de romanos o itálicos.
Pero en este punto tan debatido, últimamente la arqueología tiene bastanU}s cosas
que aportiU" gracias a una seri~ de nuevos datos qu~ aunque evidentemente no zanjan
el teJD.a, sirven para darle al problema un enfoque más completo. En este sentido, lo.s
trabajos en b,larcha en J'A.lmoina y en el Palau de Benicarló nos hacen ver que en la
etapa republicana se pueden dis_inguir, al meno~, tr~ fases diferenciad~. la última de
t
(11) C.. CALLI!JO: •Un IDDDWDIIIItD Cle la Valenda l~. .BI MiJWio ll:xbawpnta, auia 8. Puú, 1985, ~ 1~1'7i,
02) D. FL&"''CHER: ~ la Valenti& bwte~W~. Bl ~o ElltnnpJ>ta. núm. &. Puú, lg&6, p4p. 191H99.
D. ~: «AAgo mi• .obre la 'Val-..l,ia lwicanv. Bl M.Wmo Brtranp:me. Dúm. lO. P.ori-. 1966, pq.. 240-li4L
D. FLE'I'CBRR: ..n., D\leYO 110bre la ValeDti& I,..!I&Ull. &1 Millaáo· i«tranpllte, llÚJ!I., 11. Pu:!-. 1986, p¿p. 2'13.2'1._
(la) G. PBRBJRA: •luo::ripcioD~¡a J'OIIIm>U de Val1111li». 'l'n~ae Vll.rla~~ clell!arvioio de 1Dveeti18cl6n Pl'ehlnóri.,., Dúm. 84. Val81>ci.a. 11178.
(1<4) FLRTCHBR: Op. cit. en la nota 1, l MS, pqa. 1~
·
-209-
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6
A. RIBRRA 1 LACOMBA
las cuales, datada entre el 8()..;70 a.C., se plasma en un nivel de destrucción clarísimo
con evid_ente.$ señales de violencia, que lo más seguro es que se trate del último
episodio de la batalla que_ se desarrol1ó a los pies de las murallas de Valentia y que
terni.in6 con el postrer asaltó y caída de }a ciudad a manos de Pompeyo. Como los
niveles que cubren esta destrucci6n bien datada ya son de épQca augustea hay que
suponer que este <(hiatus•1, de por lo menos medio siglo, significa que tal vez se
produjera un abandono de la ciudad motivado por esta destrucción de la que nos
hablan las fuentes y, ahora también, la arqueología. No hay que olvidar que Valentia
fue uno de los seis centros principales del diapositiva de Sertorio, lo que justificaría
plenamente que sufriera sus consecuencias. Esto plantea la posibilidad de qu_ los
e
«veteres)) no fueran los descendiente_s de los primeros habitantes, posiblemente masacrados o dispersados, sino que se trataría
arqueología nos va mostriUldo que, sobre este nivel de incendio, que no se puede hacer
llegar más allá del 70 a.C., según muestran la.a cerámicaa importadas, siempre aparecen construcciones y niveles que se han de datar hacia el cambio de Era. La edificación más destacable son_las termas que se excavaron en la calle Cabillers, aunque
parece ser que son ya de ~poca tibe:riana (15). Para la etapa p~teriúr la información
arqueoló- ica aumenta considerablemente como consecuencia de la expansión que
g
inició Valentía a fines del s. 1 d.C., gracias a lo cual los restos de este momento se
conocen mejor al ser más abundEmte.S y estar más extendidos, por lo que han podido
documentarse en mayor número de solares (calle del Mar, .Banys de l'A1Inira.ll, plaza
de Zaragoza, calle Cabillera...) qu.e los de la etapa inicial que se. circUDBcriben a un
área mucho más reducida. Lo·s datos aportados nos mues.t ran que entre fines del s. I
d.C. y la primera .mitad del s. m la ciudad. conoció bastante actividad constructiva,
tanto a nivel público (~dificíos públicos del Foro, hallados en 1'AJ.moina) como privado
(mosaicos y viviendas), ampliándose consi:der~bleÍnen-te el redÚcido núcleo- prúni~
tivo (16).
Esta fase expansiva, ¿se podría relacionar con la instalación de nuevos habitantes?,
que en este caso, evidentemente, deberían ser los «veteran,ih. ¿Vendrían los cfVeteres»
durante la época de Augusto? El silencio de Estrabón, del que ya se percató Fletc"her,
ya que es sintomático que en el s. I a. C. no mencione a Valentia, ¿estada motivado
porque cuando escribió su <(Geograñal>, Valentia estaría destruida) o porque, como
opinaba Fletcher (17), se baa6 en autoreá posteriores (Posidonio y Artemidoro), en
cuya época Valentia carecería de la suficiente importancia como pal."a ser mencionada?, ¿bus avenidas fluviales del Turia, documentadas desde el período romano (18)
influirían de alguna manera en estos procesos, como ya supuso Pereira? (19).
'
o
(15) M, J. DE PEORO. E.
I)J'BS ~ B. PORCAR: cHallasgo de UD.11a ~~ m!DJinas en Va]encill>l. XIX Congreao Naci011al dt~ ArqueolllfÚ..
Cutallt.. (RD prenllll.)
~E. DDIS, E. 8SCRIVA y A. RIBEM: •Ampliacih Ul'baDAda Vale~Uia. a pAJtir d'llpoca flavla». Joru.a.d.. lntcnAcion..Ja d~uealo¡ia
Romana.. (ftaoollara, 198'7, pAga.
2S$.~
07) FLETCHEll! Op. cit. en ~ nOUI 1, 1963, pq. 201 .
_
_
('l8J P. CARMONA, A.. 'RIBERA y J. V. LRRMA: «Geouqu.eoloefa en la ai:ndad de Va!oncialo. XVO Con:gneG Nt~.,;.Qnll d6 A:np¡eoloil'(e.
Za,ragor.a, 198ti, p4p. 85&873.
(19) P.~EIR,\: Qp. cit. en la nD&a 13.
-210-
.
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FUNDAC10N DE VALENCIA
7
Estas hipótesis e interrogantes, emanados de un examen previo de los hallazg(}$
arqueológicos, podrán ser matizados cuando se disponga de- estudios deta,llados de las
numerosa.s excavaciones realizadas, buena parte de las cuales, por otra parte, aún
están por concluir.
Aun den.tJ,'o del tema de los «veterani. et veteres•) hay que mencionar una reciente y
valiosa aportación (20.) a través de la cual podemos ver que ep. algunas ciudades de
diversas partes del Imperio (Africa, Sicilia, GéJ"ñla.nia) también existen senados municipales fenn.a.dos por dos comunidades diferenciadas, lo cual suele deberse a la post;e..
rior instalación de nuevos habitantes. Esta ca.racterlstica de Valentia en el Alto
Imperio (no hay dat.Qs que permitan suponer que s'IJ.cediera así antes del s. I d.C. ni
después del ID d.C.) engarza, pues, con otras, pocas, ciudades con situacionea semejantes, por lo que, desde una pers~pectiva más amplia, se púede entender mejor esta
peculiaridad de la ciudad de Val en tia.
... ...
.
A modo de colofón de estas· breves notaa, que tan sólo pretenden esbozar las
principales novedades que se están produciendo en la investigación de VfÜ~tia, se
puede resumir lo anterionn_ nte expu~sto:
e
- No hay pruebas de tipo arqueológico para suponer que existió una ciudad
ibérica sobre la que se SBent6 Valentia, aunque una serie de indicios, concretamente
los hallazgos aubacu.á.ticos f.!.l'Caicos de las playas del Norte de Valencia, parecen
señalar 1a posibilidad de que hubiera un núcleo indígena prerromano por los alrededores.
- La fundación de la ciudad tuvo lugar en una fecha que se puede hacer coincidir
con el pasaje de Tito Li'\'i.o y se haría con gente de origen itálico, seguramente
licenciado!! p:rocedentes de los cuerpos awciliares del ejército, según se desprende del
eatudio de las fuentes escritas, de los restos arqueológicos y dé la numismática.
- El problelíla de los «Valenti Veterani et Veterea» se ha de circunscribir a la
instalación, en momentos distintos, de romanos y/o itálicos, cuya principal incógnita
es la de datar con seguridad estas inatalaciones. La información q\l.e está aportando la
arqueología, aunque ha enriquecjdo en buena medida el cupo de posibilidades existentes, de momento, no permiten soiventar este tema.
Eatas apreciaciones, básíca.rnente ya las realizó Domingo Fletcher hace varios
años, en .contra de la opinión ·de bastantes especialistas coetáneos, pero los avances de
la investigación han ido demostrando los buenos fundamentos en que se basó a la hora
de establecer sus conclusiones.
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ALBERT RffiERA I LACOMBA
(Valencia)
DOMINGO FLETCHER Y LA FUNDACION DE VALENCIA
Entre la numerosa bibliogrfÚ'{a d.e Domingo Fleícher (1) se pu~en señalar no
menos de 16 títulos dedicados a los numerosos problelilas qu.e plantea el estudio de la
ciudad romana de Valentia. Aprovechando la invitación del SIP para participar en
este merecido homenaje a la figur-a de ccDon Domingo», hemos crejdo conveniente que
la mejor manera de h$cerlo era cotejando sus opiniones sobre la fundación de Valencia OQP los recientes estudios y. sobre todo. con los abundantes h.all.azgos que se están
produciendo y que, entre otros. están permitiendo comprohat: las hipótesis que, en su
día y con menos datos aunque siempre con argumentos de peso, exp~o el homenajeado.
·
En primer lugar, destac. m.os su firme convicción en defender el origen romano de
a
la ciudad, d~hando las hipótesis que desde el siglo XVI (2) ae han venido elaborando
en base a unoe vet"Sos de la ccOra Marítim&J) de Avieno. a partir de los cuales se ha
creído poder situar la ciudlt.d de Tyrin en el ~lar de la actual Valenci.a. Como ya
hemos se.ñalado, la opinión del homenajeado. reproducida. y razonada en varios artícu·
loa (3) siempre estuvo a favor de negar tal localización. Por una parte, resaltaba,
acertadamente..!. las características mi~as de esta fuente escrita. que no hav crue
(1) ~tan o6lo
UDA •lecd6n de IIIU ~Oil tobre Vltlenü.;
,
D. li'L"BTCH&R VALL8: «Le Tytú iWrica y la Valeat;ia ~- Bolai:ÚI dA la Sociedad Cucalloa- dA Cultura. xxnc. CMteli6. 19153.
..... 19WOO.
D. n.B1'CHKR V.AU.S: ~ ~ !IOIM·el· DOIIIhre.de Tytúol. Papel• del I.alMlni.orio ct. bqu~ ~ Vtlebaia, L
V&Jeoc:ia. l9a. ""'- eue.
D. PLE'I'CRRR VALlA: MBl ~bl~ de la t'yril ibl!dea y la Vafenti4 n!IUU!'· Ba cdlo.l411 A&. de V~. PublicWODIIA dal
~ Mercantil de Vlllencia. Vlllmda, leet, p4p. 4U1t
.
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D. IILiTCHBll VALUI: ..~ .obre la flmdAdba. de V~. Ardl1vo dA PreblRoria Lennlillt. X. V.a:ltmaia, 11163,. p¿p.
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(2) &. PLA.: IILo8 ~de ValezldllylafundaciÓ111 da la ciudad.». Papele. del Labont.orio
pqa. 61..&1, pis. '10.
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.PLKTciiEJt: !)p. dt. aa la aota 1. ·
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de~
da.Valoftda. l. V.U.IIAlla, 1 -
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A. RIBERA I
LA:COMR~
olvidar se trata de un poema, con lo cual, la intención de su autor no estaría en
proporcionar datos exactos sobre la geografía costera, sino más bien e~ conseguir \U\&
buenaméttica poética. Además, parece ser-que este texto del s. IV d.C. se ba.sa. en datos
procedentes de un periplo massa.liota de por lo menos el s. IV a.C., es decir, de unos 800
años anterior a la. redacció~ del p<>ema. Por· otra parte, la arqueología, a pe~ de las
numerosas c·ampaña:s que se están realizando en el casco antiguo, no hace mAs que
confirmar. que en el subsuelo de Valencia no se encuentran niveles anteriores a
Dledíados del s. IT a.C.
No obstant.e, no se puede desc· rtar la existencia en el litoral cercano a Valencia de
a
una ciudad prerromana. En este contexto, tal vez tengan sentido los hallazgos suba~uáticos de ánforas griegas, etruscas, massaliotas, fenicias y púnicas, todas de los
siglos VI.V a.C. y que se recuperaron en aguas de El Cabanyal y la Malvarrosa a raíz
de dos campañas de prospecciones (1983-84) dirigidas por el Servicio de Investigación
Arqueológica. Municipal (S!AM) del Ayuntamiento de Valencia (4). La presencia de
estas pi~as arqueológicas, algunas especialmente raras en los yacimientos valencianos, como las etruscas y las griegas. quizás se deba a la existencia de un centro
indígena cercano que sería el receptor del vino que transportaban estos recipientes y
que, desde luego, hay que buscar fuera del solár que luego ocup6 Valentia.
Pasando a otro d~ los \9maa que podiamos considerar tópicos en la historiografía de
Valentia: la identidad étnica d~ los primeros pobladores de la ciudad, lusitanos o
ro~os, la opinión de Fletcher, amén de original en su día (5) se va configurando
como la más posible, gracias a la información que está prpporc.ionando la. numismática
y la arqueologia. En este caso, como en otros, la duda surge a partir de tas diversas
interpretaciones que sugier-en unos textos muy sücintos de. Tito .Li.vi.o, Apiano y
Diodor:o Sículo q1,1e, según unos. se refieren todos a un mismo acontecimiento: la
instalación en una ciudad, que sería Valentía, de los restos del ej~rcit;o de Viriato.
Pero otros piensan que los textos de Api:ano y Diodoro se refieren a.l mismo hecho, el
asentamiento de los luaitanos, y que el de Tito Livio b,aria :ref&encia a un suceso, más
o menos coetáne·o, pero claramente diferenciado. como lo seria la instalación en una
nueva ciudad, llamada Valent.ia., de veteranos del ejército romano. Esta segunda
posibilidad. a p9$81' de haber sido ia que ha tenido menos adeptos y que no ha mucho
ha sido desechada en un voluminoso estudio sobre la fundación de V ale.ncia (6), se va
imponiendo como la más proba.ble. Las :recientes investigaciones sobre los monetales
de la ceca de Valentia, que empezó a emitir al poeó de la. func:lación, ha evidenciado la
raigambre itálica de estos nombres (C. Lvcienvs, C. Mvnivs, T. Ahivs, L. Trinivs, L,
Cora.n:ívs y C. Nvm.ivs) y, más aún, ~ h4 podido vislumbrar la posibilidad de que
procedan de unas zon8.B concretas del centro de italia, ya que estos magistrados
·(4) A. RIBERA y A. FKRl(ANDEZ: '
A. FERNANDEZ, C. GOMEZ y A. RCB.BRA: uLu ll.nforaa jp"iegaa. etruac4l y fenicil>pú.llicu en_ lae co.¡tu "del hle V.Je~>c:l.$1>001\
Sympo.íum lnt.ernationa.l t
.
.
(8) J. BSTEVE: «Valencia, fundación ~- u,iv..u!ad da Vlllenda.. S~lari.W. de P.ublicaciona, Vo.Janda, 1.978.
-206-
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FO!IIDACI'<.'lN DE V ALBNClA
.111
8
•
1
"
Excavaciones en Valentia.-1: Almoina (1986-87); 2: Pala~ de Benicarló (1~7)¡ 3: BarOn de Pet.rés
(1987)¡ 4: Plau. de la Virgen •
(196&-60); 6: Cabillera (1986)¡ 6: Calle del Mar (1981-86);, 7: Plaza de
Zaragoza (l.Da3-84); 8: Ba,nys de 1'Al,mirall (1985-86).
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A. RIBERA 1 LACOMBA
monetales suelen preaentar una onomástica poco corriente en el mundo romano, lo
que ha, permitido acercarse con b&Btante verosimilitud al lugar de origen de los
fundadores de V alentia (7). Con estoS' valiosos datos recientes, habría que pensar más
que en legionario.s rom~os en itálicos pertenecíentes a los cuerpos auxiliares del
ejércit_o que ai licenciarse recibirían tierrás y, tal vez, la. ciudadanía roma11a. Otro
argumento, de momento poco explotado, en favor de la raíz romana de Valentia lo
tenemos en la cultura material que aparece en los niveles republicanos de la ciudad.
$on de especial importancia las últimas e:x.cavaciones realizada,s (Almoina, 1985-87;
Palau de B~nicarl6, 1986-87, y Barón de Petrés) que no sólo han ·puesto al descubier:to
restos del área monumental inicial (Almaina), de zonas de habitación (Palau de
Benicarló) o vertederos (Barón de Petrés), sino que además han aportado una ingente
cantidad de restos cerámicos. Entre ést<,>s destacan, especialmente, las cerámicas de
barniz negro proce4en~ de las zonas de Etruri:a (campaniense B) y Campania (campaniense A), que no s61o no-s proporcionan valiosas fechacion·e s para los niveles de esta
época y para la fundaci6n de la ciudad, sino que nos informan de los modos de vida
cotidianos de los primeros habitantes de la ciudad. Capítulo aparte merecen los
numerosos fragmentos de ánforaa itálicas de vino, sobre todo de los tipos Dr. lA y
greco-itálicos, que forman la mayor p~ de loa conjunws cerámicos y que demu~Q1l
la gran cantidad de vino itálico que llegaba a V al en tia, como también lo ponen de
manifiesto los hallazgoa subacuátic'os del litoral cercano que empiezan a ser abundantes precisamente a partir de la fecha de la fundación de la ciudad (8). Dentro de la
vajilla cotidiana O.e cocina encontramos en abundancia \:J.D,a serie de formas (tapaderas, cazuelas, platos ... ) que también son. de procedencia itáli~, lo mismo que los
cubiletes de paredes fi.nSB, cuya función primordial era la de servir como vasos de
beber. Junto a este repertorio importado, numéricamente mayoritario, siempre aparecen cerámicas reducto~ algo toscas, tal vez locales, y piezas claramente ibéricas pero
y_a de una {813e avanzada (s. ll-1 a.C.), con lo que se observa que el conjunto de la
cerámica de Va,leptía en su época más antigua nos hl!bla de un horizonte cultural muy
romanizado en sus usos cotidianos, como puede ser el abundante consumo de vino
importado eñ un momento en que este producto aún no se producía en cantidad en la
Península Ibérica (9) y el uso masivo de cerámicas itálicas tant.o de mesa como de
cocina. Es decir, que graci.ª~;~ a los datos aportados por los materiales arqueológicos
podemp~ adivinar que, tal como ya observ6 Fletcher, ~ palpable c(el escaso ambiente
indígena que los hallazgos arqueológicos de Valencia proporcionan» (10).
En relación con las fuentes escritas ya mencionadas (Livio, Apiano y Diodoro) y
con el tema ya planteado de la supuesta instalación de lUBitanos en una ciudad
-2.08-
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FUND.ACION DE VALENCIA
6
llrunada. V alentia, hace unos años se originó una polémica en base a que algunos
autores situaban la Valeptia de Tito Livio en tierras de Ia antigua Luaitania, ya fuera
en Extr~m~dura (Valencia de Alcántara) o en Portugal (Valen98 do Minho, Valenca
d9 Douro). Especial hincapié se hízo en situarla en Valencia d~ Alcántara (11), pero
tras un intercambio de réplicas y contrarréplica&, nueatro homenajeado puao de
manifiesto con toda claridad y exquisita corrección que la Valentía que los romanos
fundaron hacia medidados del S. n a.C. se sitúa a orillas del Turia y .n.o del Tajo (12).
Pasando a otro de los tell:ui.s más trillados de la ~riografía de, la Valencj.a
romana. Fletcher no podia dejar de tratar una peculiaridad de V alentia como era la
existencia de un senado municipal compuesto por dos clases de ciudadanos, según
atestiguan varias inscripciones que mencionan a los c~Valentini veterani et veteres»
(13). La mayoría de los especialistas que han tratado este tema son de la opinión de que
este doble senado tiene su origen en la existencia de dos comunidades diferenciadas.
En lo qpe ya se discrepa es en la identificación de estos dos grupolJ. Así, los «vetere~w
serian loe primeros pobladores, pero ya hemos visto que tanto pueden ser lusitanos
como romanos o latinos. Los «veteraní» consiguen más unanimidad, ya que se consideran como licenciados del ejército romano y serían ciudadAnos romanos de ple,no
derecho, lo cual se coteja bastante bien con la preen)inencia que parecen tenel' sobre
los ~
be,bitantes de la ciudad, que ya hemos supuesto que es probable que sean soldados
licenciados pertenecientes a las tropas auxilial"es. Posteriormente, habrla un segundo
asentamiento, esta vez de legionarios, es decir, de ciudadanos romanos, con los que, tal
vez, la ciudad adquiriría el rango de colonia.
Pero los interrogantes son muchos: ¿Cuándo tuvo lugar esta instalación? ¿Por qué
se hizo? En los tiempos en que Fletcher se ocupó de e$U>s 'temaa la infonnación de que
disponía no era mucha ni nueva, por lo que no pudo obtener la resolución de los
mi1m1os, pero dejó bien claro que (14) la existencia de unos ciudadanos que se llamaban
«veteres>> no era un argumento para d~fender la supuesta. e:xistencia dé una Valentía
prerromana o lusitana y se mostró partidario de dos instalaciones distintas de romanos o itálicos.
Pero en este punto tan debatido, últimamente la arqueología tiene bastanU}s cosas
que aportiU" gracias a una seri~ de nuevos datos qu~ aunque evidentemente no zanjan
el teJD.a, sirven para darle al problema un enfoque más completo. En este sentido, lo.s
trabajos en b,larcha en J'A.lmoina y en el Palau de Benicarló nos hacen ver que en la
etapa republicana se pueden dis_inguir, al meno~, tr~ fases diferenciad~. la última de
t
(11) C.. CALLI!JO: •Un IDDDWDIIIItD Cle la Valenda l~. .BI MiJWio ll:xbawpnta, auia 8. Puú, 1985, ~ 1~1'7i,
02) D. FL&"''CHER: ~ la Valenti& bwte~W~. Bl ~o ElltnnpJ>ta. núm. &. Puú, lg&6, p4p. 191H99.
D. ~: «AAgo mi• .obre la 'Val-..l,ia lwicanv. Bl M.Wmo Brtranp:me. Dúm. lO. P.ori-. 1966, pq.. 240-li4L
D. FLE'I'CBRR: ..n., D\leYO 110bre la ValeDti& I,..!I&Ull. &1 Millaáo· i«tranpllte, llÚJ!I., 11. Pu:!-. 1986, p¿p. 2'13.2'1._
(la) G. PBRBJRA: •luo::ripcioD~¡a J'OIIIm>U de Val1111li». 'l'n~ae Vll.rla~~ clell!arvioio de 1Dveeti18cl6n Pl'ehlnóri.,., Dúm. 84. Val81>ci.a. 11178.
(1<4) FLRTCHBR: Op. cit. en la nota 1, l MS, pqa. 1~
·
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6
A. RIBRRA 1 LACOMBA
las cuales, datada entre el 8()..;70 a.C., se plasma en un nivel de destrucción clarísimo
con evid_ente.$ señales de violencia, que lo más seguro es que se trate del último
episodio de la batalla que_ se desarrol1ó a los pies de las murallas de Valentia y que
terni.in6 con el postrer asaltó y caída de }a ciudad a manos de Pompeyo. Como los
niveles que cubren esta destrucci6n bien datada ya son de épQca augustea hay que
suponer que este <(hiatus•1, de por lo menos medio siglo, significa que tal vez se
produjera un abandono de la ciudad motivado por esta destrucción de la que nos
hablan las fuentes y, ahora también, la arqueología. No hay que olvidar que Valentia
fue uno de los seis centros principales del diapositiva de Sertorio, lo que justificaría
plenamente que sufriera sus consecuencias. Esto plantea la posibilidad de qu_ los
e
«veteres)) no fueran los descendiente_s de los primeros habitantes, posiblemente masacrados o dispersados, sino que se trataría
llegar más allá del 70 a.C., según muestran la.a cerámicaa importadas, siempre aparecen construcciones y niveles que se han de datar hacia el cambio de Era. La edificación más destacable son_las termas que se excavaron en la calle Cabillers, aunque
parece ser que son ya de ~poca tibe:riana (15). Para la etapa p~teriúr la información
arqueoló- ica aumenta considerablemente como consecuencia de la expansión que
g
inició Valentía a fines del s. 1 d.C., gracias a lo cual los restos de este momento se
conocen mejor al ser más abundEmte.S y estar más extendidos, por lo que han podido
documentarse en mayor número de solares (calle del Mar, .Banys de l'A1Inira.ll, plaza
de Zaragoza, calle Cabillera...) qu.e los de la etapa inicial que se. circUDBcriben a un
área mucho más reducida. Lo·s datos aportados nos mues.t ran que entre fines del s. I
d.C. y la primera .mitad del s. m la ciudad. conoció bastante actividad constructiva,
tanto a nivel público (~dificíos públicos del Foro, hallados en 1'AJ.moina) como privado
(mosaicos y viviendas), ampliándose consi:der~bleÍnen-te el redÚcido núcleo- prúni~
tivo (16).
Esta fase expansiva, ¿se podría relacionar con la instalación de nuevos habitantes?,
que en este caso, evidentemente, deberían ser los «veteran,ih. ¿Vendrían los cfVeteres»
durante la época de Augusto? El silencio de Estrabón, del que ya se percató Fletc"her,
ya que es sintomático que en el s. I a. C. no mencione a Valentia, ¿estada motivado
porque cuando escribió su <(Geograñal>, Valentia estaría destruida) o porque, como
opinaba Fletcher (17), se baa6 en autoreá posteriores (Posidonio y Artemidoro), en
cuya época Valentia carecería de la suficiente importancia como pal."a ser mencionada?, ¿bus avenidas fluviales del Turia, documentadas desde el período romano (18)
influirían de alguna manera en estos procesos, como ya supuso Pereira? (19).
'
o
(15) M, J. DE PEORO. E.
I)J'BS ~ B. PORCAR: cHallasgo de UD.11a ~~ m!DJinas en Va]encill>l. XIX Congreao Naci011al dt~ ArqueolllfÚ..
Cutallt.. (RD prenllll.)
~E. DDIS, E. 8SCRIVA y A. RIBEM: •Ampliacih Ul'baDAda Vale~Uia. a pAJtir d'llpoca flavla». Joru.a.d.. lntcnAcion..Ja d~uealo¡ia
Romana.. (ftaoollara, 198'7, pAga.
2S$.~
07) FLETCHEll! Op. cit. en ~ nOUI 1, 1963, pq. 201 .
_
_
('l8J P. CARMONA, A.. 'RIBERA y J. V. LRRMA: «Geouqu.eoloefa en la ai:ndad de Va!oncialo. XVO Con:gneG Nt~.,;.Qnll d6 A:np¡eoloil'(e.
Za,ragor.a, 198ti, p4p. 85&873.
(19) P.~EIR,\: Qp. cit. en la nD&a 13.
-210-
.
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FUNDAC10N DE VALENCIA
7
Estas hipótesis e interrogantes, emanados de un examen previo de los hallazg(}$
arqueológicos, podrán ser matizados cuando se disponga de- estudios deta,llados de las
numerosa.s excavaciones realizadas, buena parte de las cuales, por otra parte, aún
están por concluir.
Aun den.tJ,'o del tema de los «veterani. et veteres•) hay que mencionar una reciente y
valiosa aportación (20.) a través de la cual podemos ver que ep. algunas ciudades de
diversas partes del Imperio (Africa, Sicilia, GéJ"ñla.nia) también existen senados municipales fenn.a.dos por dos comunidades diferenciadas, lo cual suele deberse a la post;e..
rior instalación de nuevos habitantes. Esta ca.racterlstica de Valentia en el Alto
Imperio (no hay dat.Qs que permitan suponer que s'IJ.cediera así antes del s. I d.C. ni
después del ID d.C.) engarza, pues, con otras, pocas, ciudades con situacionea semejantes, por lo que, desde una pers~pectiva más amplia, se púede entender mejor esta
peculiaridad de la ciudad de Val en tia.
... ...
.
A modo de colofón de estas· breves notaa, que tan sólo pretenden esbozar las
principales novedades que se están produciendo en la investigación de VfÜ~tia, se
puede resumir lo anterionn_ nte expu~sto:
e
- No hay pruebas de tipo arqueológico para suponer que existió una ciudad
ibérica sobre la que se SBent6 Valentia, aunque una serie de indicios, concretamente
los hallazgos aubacu.á.ticos f.!.l'Caicos de las playas del Norte de Valencia, parecen
señalar 1a posibilidad de que hubiera un núcleo indígena prerromano por los alrededores.
- La fundación de la ciudad tuvo lugar en una fecha que se puede hacer coincidir
con el pasaje de Tito Li'\'i.o y se haría con gente de origen itálico, seguramente
licenciado!! p:rocedentes de los cuerpos awciliares del ejército, según se desprende del
eatudio de las fuentes escritas, de los restos arqueológicos y dé la numismática.
- El problelíla de los «Valenti Veterani et Veterea» se ha de circunscribir a la
instalación, en momentos distintos, de romanos y/o itálicos, cuya principal incógnita
es la de datar con seguridad estas inatalaciones. La información q\l.e está aportando la
arqueología, aunque ha enriquecjdo en buena medida el cupo de posibilidades existentes, de momento, no permiten soiventar este tema.
Eatas apreciaciones, básíca.rnente ya las realizó Domingo Fletcher hace varios
años, en .contra de la opinión ·de bastantes especialistas coetáneos, pero los avances de
la investigación han ido demostrando los buenos fundamentos en que se basó a la hora
de establecer sus conclusiones.
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